1971. — 154 p. — Coleccion Ricardo Aguilera.
En el juego del ajedrez, como en otras expresiones de la alquimia humana, hay siempre un creador y, soIne todo, un artista que es el creador.»
Estas palabras de Salvador D ali convienen al gran I maestro Akiba Kiwelewitch Rubinstein, como pedrada en ojo de boticario, porque posiblemente es elaje drecista mas completo y el mas calificado rival de Lasker para disputarle el Titulo mundial, durante el lustro que precedi6 a la Primera Gran Guerra, y j ustamcnte en distintas ocasiones Ie ret6 para dirimir. entrc ambos la posesi6n del cetro aj edrecistico, como.
Jo hiciera mas tarde con Capablanca y Alej in, si I bien las negociaciones que debieran llevar a efecto el l cncuentro entre los colosos fracasaron siempre poroificultades de indole econ6mica. Naci6 Rubinstein en Stawiski, regi6n de Lodz, Polonia, el 12 de octubre de 1 8 82, y a los dieciseis afios de l'dad era el jugador numero uno de su ciudad natal.
Su juego se form6 inspirandose primeramente en las hrillantes combinaciones y violentos ataques de An Ul' rs sen y Morphy, y mas tarde asimilando las nuevas clIscilanzas de Steinitz para perfeccionar la escuela (Oicntifico-posicional de Tarrasch, de quien fue un disdpulo aventajado.
En sus partidas puede apreciarse el amplio conoci miento que poseia de las aperturas, su genialidad para profundizar en los misterios del medio j uego y su re finada y exacta tecnica en los finales. 19ualmente sus producciones nos muestran unas veces la exuberancia imaginativa para plasmar espectaculares combinacio nes que obtendrian premios de belleza y otras, una extraordinaria intuici6n para lograr la victoria den tro de los mas ortodoxos cauces posicionales. Pero siempre sus j ugadas tienen un denominador comun que ha caracterizado el singular j uego de este gran maestro: la 16gica.