La última vez que vio a Emily Warner, ella estaba saliendo de su cama y de su
vida. Seis meses después, Mitch Goodwin volvió a encontrarse con ella y le suplicó
que retomara su trabajo como niñera de su hijo. Pero, además, Mitch tenía una
pregunta que llevaba torturándolo durante mucho tiempo: ¿qué había pasado
exactamente aquella noche? Al ver de nuevo a Mitch y a su hijo pequeño, Emily recordó lo que sentía al
desear algo inalcanzable. Pero resistirse a aquel padre soltero era imposible. Ahora,
mientras intentaba no pensar en lo que podría y debería haber sucedido aquella
noche, a Emily sólo se le ocurrió una solución: ver si la realidad superaba a la
fantasía.
Él quería recordar lo sucedido; ella, olvidarlo.